Los Bravos de Ciudad Juárez iniciaron el partido con el Machete bien afilado, sabiendo que el Juego era de Vida o Muerte para permanecer en puestos de reclasificación.
No habían pasado ni cinco minutos cuando Fernando Arce ya obligaba a Rodolfo Cota a meter las manos. Al paso de los minutos, el León aprendió a acomodarse en la cancha y comenzó a infiltrarse en el campo de la visita por medio de balones hacia las bandas.
Talavera intervino con dos arañazos para mantener la portería en ceros y a la media hora de partido el asunto ya se había convertido en un encontronazo de ida y vuelta donde las acciones ofensivas morían en los pies de Jaine Barrientos y de Fernando Arce respectivamente. Partido complicado pero movido para ambas escuadras.
Al 35, el equipo fronterizo parecía tomarse un respiro y ponerle hielo a la pelota para pausar el ataque. Iban de lado a lado, con suficiente amplitud para dejar la pelota en el cento en busca de ganarle a Cota. Fue así como Bravos volvió a dejar otro aviso com un zapatazo desviado del Toro Fernández.
Eran 40 minutos y los de Hernán Cirstante comenzaban a perder los estribos luego de que Jorge Camacho pasara a regar las plantas y regalarle un segundo cartón amarillo de dudosa procedencia a Alberto Acosta. En un gesto que solo se pude calificar como de mal gusto, la directiva de Bravos, presente en el palco del Nou Camp, comenzó a hacer aspavientos y a avivar la situación que de por sí era más tensa que banda de motor y más caliente que el Chocolate Frio.